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los embalses y su repercusion en la pesca..........

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Mensaje por cipri_exocido Sáb 18 Sep 2010, 16:25



España ha pasado entre 1940 Y 1970 de ser un país casi sin lagos -Banyolas, Sanabria y pocos más- a contar con más de 700 lagos artificiales de cierta extensión. Esta tendencia a imitar a los castores se inició en la Península Ibérica con la ocupación romana; probablemente sea el decano de todos ellos el del rio Aljucén, cercano a la ciudad de Mérida, y cuya construcción se realizó en el siglo I. Desde esta lejana fecha hasta hoy, nuevos embalses -pantanos en el lenguaje periodístico de los cincuenta y sesenta- han ido salpicando el solar español. Pero han sido en las tres décadas transcurridas entre las fechas citadas, cuando la construcción de presas alcanzó su cénit.

Y aún sigue, pues ya se alzan de nuevo voces en la prensa diaria reclamando la ejecución de aquellos que están en proyecto pero no dotados de presupuesto por el achuchón de recortes que tienen en Maastrich a su paladín, su norte y su guía. Nuevas cerradas para retener las copiosas lluvias que inundan Andalucía cuando estas líneas se redactan. Voces que también se alzaron durante la intensa y persistente sequía que amenazó recientemente a toda la España Seca.

SIEMPRE CONTROVERTIDOS:
Los grupos ecologistas - en general - se oponen a las nuevas presas; mientras que colectivos profesionales y gremiales - hidrogeólogos, ingenieros, comunidades de regantes, ...- los defienden o proponen medidas alternativas. Pero en estas páginas y como indica el título que las encabeza, pretendo aportar al amigo pescador algunos hechos e ideas sobre lo que sucede a la pesca tras el levantamiento de un muro que represa las aguas y que tendrá como finalidad el riego, la producción de energía eléctrica; el lavado de mineral,... sin entrar en el debate permanentemente abierto en los medios de comunicación sobre la conveniencia o inconveniencia de aumentar el número de ríos por embalses, la necesidad o no de abandonar regadíos, el interes de implantar cultivos alternativos menos necesitados de este recurso natural, el cambio en las técnicas de riego, la concienciación de la población sobre el uso del agua como recurso escaso, su reutilización, los trasvases de aguas entre cuencas, el aprovechamiento de acuíferos subterráneos, las desaladoras de agua marina, ... que son aspectos de un mismo y complejo problema global: la gestión integral del agua. Así pues, se trata de conocer algunos hechos y reflexiones sobre los efectos que los embalses tienen/pueden tener sobre la fauna piscícola que habita el cauce fluvial sobre el que se asienta el embalse, para -como colectivo- estar informados.

REPERCUSIONES DE LOS EMBALSES DE LA PESCA:
Centremos ya nuestra atención en los efectos reales y/o potenciales que un embalse genérico puede producir en la pesca; bien entendido que cada embalse concreto, en función de sus características, emplazamiento y gestión tendrá estos o aquellos efectos deseables o perniciosos.

LO PRIMERO: EL EFECTO REGULADOR:
Todo embalse supone -en principio- una regulación del caudal fluvial, lo que de un modo genérico se ha de entender como positivo para la pesca, pues la va a liberar de riadas de otoño y primavera y de acusados estiajes veraniegos. Efecto regulador tanto más valorable en un país como éste, tan desforestado y con precipitaciones tan irregulares, donde en un mismo territitorio las inundaciones se alternan con lechos estivales resecos, sin tan siquiera unas briznas de hierba que delaten una mínima humedad. Y no es esto literatura, sino sangrante realidad; así ocurrió hace pocos años en Málaga, donde en el mismo año se concedieron ayudas para paliar la sequia y para reponerse de la riada. Esta regulación también tiene sus efectos perversos en algunas ocasiones, pues embalses como Mequinenza o Alcalá del Río, al regular el flujo acuático -dificultando las inundaciones- y retener los sedimentos fluviales, afectan al mantenimiento y evolución de marismas, deltas y estuarios y la pesca en estasreas, de alta productividad y con diversidad de capturas, pues peces marinos, de aguas salobres y continentales se reúnen en ellas. Esto es así porque son los limos que el río arrastra tras las tormentas y aguaceros los que fertilizan los estuarios y porque las riadas provocan el allegamiento de marismas haciendo posible que -una vez más- reaparezca la vegetación palustre ida con el estío. Pero este efecto pernicioso tiene también su influencia negativa en las pesquerías comerciales y las recreativas de los aledaños marinos de las desembocaduras, pues bastantes peces marinos -bailas, corvinas, róbalos, lenguados, doradas,...- en su etapa juvenil utilizan las aguas salobres de estuarios y marismas como parques de cría; aquí se protegen de los temporales marinos del invierno, de los crecidos predadores que las acecharían en la plataforma continental y aquí engordan al amor de la feracidad de las áreas salobres, fertilizadas por los limos fluviales; así sucede en las marismas del Bajo guadalquivir, en los canales de los arrozales del área deltaica del Ebro,... El benéfico efecto regulador, queda también en entredicho cuando las sueltas de agua se producen -en cuanto a periocidad y cuantía- en función de las necesidades de riego o de producción de energía eléctrica exclusivamente, sin tener presente a la pesca; como suele suceder. A este respecto, según algunos estudiosos, los embalsesdedicados al riego se muestran menos agresivos con la pesca que habita las aguas abajo por no estar sujetos -en cuanto a desembolses o sueltas- a irregularidades tan pronunciadas como los que caracterizan a los que tienen en la producciónhidráulica de electricidad su uso mayoritario o exclusivo. En estos últimos, se suelen dar máximos de caudal liberado durante las horas del día y mínimos por la noche y durante el fin de semana, siguiendo los picos y valles de la demanda de energía eléctrica. Algunos autores americanos han acusado a estas sueltas -en algunos embalses- de esquilmar las poblaciones de peces del río abajo al arrastrar puestas y alevines. Pues, en ocasiones, el cauce inmediato al pie de presa sirve como lugar de freza de peces que, como barbos, bogas, truchas, ... buscan aguas fuertemente oxigenadas para realizar el desove, ya que tramos más altos le están vedados por la cerrada desprovista de pasos o provista de escalas en desuso o inadecuadas; así parece ocurrir - por ejemplo- en el embalse de Cernadilla, sobre el río Tera.

¿POSITIVO PARA LOS SALMÓNIDOS?
Por el contrario, otro efecto provocado por algunos muros de contención sería saludado con alborozo por el pescador: en algunos lugares de Estados Unidos, aprovechando la oxigenación que se produce al precipitarse el agua desde aliviaderos o rebosaderos, se han instalado cotos de salmónidos al pie de presa; habitualmente trucha arco-iris, menos exigente que la común con la calidad acuática. Pero para que la dicha no sea completa, y aunque no existen pruebas concluyentes, algunos ictiopatólogos han escrito que las aguas sobresaturadas de oxígeno y notrógeno atmosférico al caer de tan gran altura, son responsables de la llamada "enfermedad de las burbujas", de efectos letales para larvas y alevines. Éste no es el caso habitual en España donde las sueltas -para su aprovechamiento en la generación de energía eléctrica- suelen realizarse por la base de la cerrada para mover las turbinas. Los síntomas más evidentes de esta patología son la aparición de vesículas gaseosas en el saco vitelino de las larvas y, en los adultos, bajo el epitelio bucal, sobre la piel de la cabeza y tejidos internos. Estas burbujas se producen por la descompresión de ambos gases -en especial del nitrógeno- en el aparato circulatorio del pez; algo semejante a lo que le sucede a los submarinistas que desde profundidad notable ascienden con rapidez a la superficie, sin efectuar paradas intermedias de descompresión.Algunos ciprínidos y salmónidos pueden encontrar al pie de la cerrada o sus inmediaciones lugares idóneos para la reproducción si la sueltas se realizan teniendo presente a la ictiofauna y sus necesidades. Llegamos así a una idea esencial: la influencia de un embalse en el tramo fluvial inmediato aguas abajo depende en gran medida de su gestión.

TEMPERATURAS MODERADAS:
Todo embalse, aunque con una mayor incidencia en unos que en otros, dependiendo fuertemente de su profundidad, tiene un efecto moderador de las temperaturas acuáticas estivales del tramo fluvial aledaño aguas abajo. Lo que es -en principio- un factor positivo para el mantenimiento de salmónidos río abajo cuando son las altas temperaturas acuáticas veraniegas el factor que limita o impide el mantenimiento de truchas; así parece suceder en algunos embalses del Duero. Este efecto refrescante se explica por salir las aguas por la base de la presa; se desembolsa, pues, agua del fondo, que está allí por ser más densa -más fría- que la que se dispone sobre ella, expuesta al dilatado e intenso calentamiento solar de los largos días del verano. Efecto refrescante que ha de ser valorado cuando no conlleva otro indeseable y que afecta a la calidad de las aguas. En los embalses eutróficos -aquellos cuyas aguas se toman fuertemente durante el estío por el desarrollo fitoplanctónico- y que sufren una fuerte estratificación vertical de sus aguas en verano -es trato acuático cálido y relativamente oxigenado arriba y aguas frescas y carentes de oxígeno,o con bajas concentraciones de este gas en los fondos- las sueltas realizadas por el pie de presa liberan estas aguas anóxicas que afectan muy negativamente a las comunidades de invertebrados del río abajo más o menos inmediato, lo que significa que también las poblaciones de peces se van a ver afectadas en su alimentación, cuando no excluidas de ese tramo hasta aguas abajo, cuando las aguas se oxigenen de nuevo. Especialmente desfavorables son las sueltas de aquellos embalses que por ser muy profundos y recibir una alto contenido de material orgánico -lo que sucede en los que reciben muchos fertilizantes agrícolas por escorrentía o vertidos orgánicos de aguas residuales urbanas, de mataderos, de granjas, ...- están sujetos en su fondos a putrefacciones y fermentaciones bacterianas que generan sustancias tóxicas para la comunidad de peces e invertebrados del río abajo. Así pues, tan sólo los embalses que los biólogos llaman oligotróficos -aguas claras, poco fértiles-,que no sufren problemas de anoxia ni descomposiciones bacterianas significativas, favorecen la persistencia de pesca de calidad al pie de presa. Por desgracia, son escasos los que aún quedan sujetos a oligotrofia en nuestro país.

CÓMO AFECTA LA EUTROFIZACIÓN:
Pero no toda la culpa debe ser achacada a la contaminación agrí cola o urbana; en la mayoría del te rritorio peninsular predominan las calizas, lo que no favorece la oligo trofia sino la eutrofia de las aguas. Una investigación de campo que ha comparado la alimentación de la trucha común en dos ríos pirenai cos: el Ara y el Cinca (regulado el segundo y sometido a un régimen de caudal sólo dependiente de fac tores climáticos el primero) ha de mostrado que la trucha se mani fiesta muy selectiva en su alimenta ción en el primero y oportunista en el tramo posterior a la represa en el Cinca. En tramos por debajo de cerradas se observa (tanto en la mencionada investigación del Cinca y del Ara, como otra similar desarrollada por el mismo equipo aguas abajo de la presa de Cernadilla, sobre el Tera) que el número de especies de inver tebrados presentes en el lecho flu vial es menor en los tramos sujetos a regulación que en los de régimen acuático natural; lo que es fácil de entender: muchas especies no so portan las repentinas variaciones de nivel y son arrastradas o se extin guen por el efecto refrigerante de las descargas veraniegas. Como consecuencia de la no se lectividad en la ingesta (la trucha no puede seleccionar los insectos más nutritivos) y de la desaparición en estos tramos de bastantes espe cies de insectos bentónicos, el cre cimiento de las truchas comunes en el tramo posterior a la presa es me nor. Así mismo, la productividad de las aguas disminuye en tramos re gulados; lo que implica que su ca pacidad para mantener una pobla ción piscícola floreciente sufre merma.

EXTINCIÓN DE ESPECIES:
Pero también las presas dedica das al riego o abastecimiento a las ciudades tienen efectos pernicio sos. Personalmente he seguido la evolución de las poblaciones piscí colas en el río Rivera de Huelva an tes y después del levantamiento de la cerrada de Zufre. Los efectos de ésta son notorios en cuanto a la po blación de boga de río, antaño abundante y hoy al parecer desapa recida. Una desaparición -¨extin ción?- que explico por quedar en seco el cauce desde la primavera avanzada hasta bien entrado el otoño en el tramo fluvial que co necta aquel embalse con el de La Minilla, aguas abajo; desapare ciendo los frezaderos de la boga. Bien es cierto que esta desaparición est ligada a la existencia de cuatro embalses sucesivos sobre el río, siendo el último en construirse -Zufre- el que ha dado la puntilla a la boga. Durante-el último lustro de se quía que padeció el sur peninsular -para minimizar las pérdidas por evaporación- se almacenaba todo el agua en La Minilla y El Gergal, situados río abajo. Sin embargo, este almacenaje se realizaba sol tando todo el líquido embalsado en Zufre durante dos-tres semanas, en vez de realizar la suelta poco a poco durante un período más dilatado.Sé que sueltas de menor caudal durante mayor tiempo supondrán una mayor pérdida de agua por fil tración.Pero, si esto es así, ¨se ha estimado cuál es la diferencia de volumen perdido por una u otra de cisión?, ¨es esa diferencia signifi cativa y justifica un daño ecológico que no se circunscribe a las pobla ciones piscícolas sino que tiene in cidencia también sobre la dehesa aledaña, el abrevamiento de ga nado, el mantenimiento de pastos frescosen las márgenes fluviales, la persistencia de poblaciones de ga lápago, de martín pescador,de garza real,de guila pescadora, el mantenimiento de la vegetación ar bustiva y arbórea de la ribera? Desde luego no se respeta el cau dal ecológico legal, definido como el 10 % del caudal medio anual del río. Caudal ecológico mínimo teó rico que puede estar o no ajustado a los aprovechamientos concretos de un determinado cauce. Así, si se pretenden salvaguardar poblacio nes trucheras, el caudal ecológico mínimo puede representar -según qué ríos- entre un 15 y un 30 % del caudal medio anual. Por supuesto que no se pretende que los embalses sean gestionados teniendo como único o prioritario objetivo el mantenimiento de la pesca. No queda en el olvido que además de los intereses de los pes cadores existen otros igualmente legítimos y muy necesarios para la economía (riegos agrícolas, pro ducción de energía hidroeléctrica, ... ), pero parece razonable deman dar que la gestión tenga también en cuenta la conservación de la ictio fauna río abajo, que la gestión del embalse tenga a esta conservación como un elemento más en su plani ficación y que se intente armonizar intereses. Lo que viene a significar no sólo el respeto a la ley en cuanto a caudal ecológico, sino ir más allá : una gestión sensible con lo medio ambiental.

EL PROBLEMA DE LAS ESPECIES MIGRATORIAS:
Pero el efecto más notorio de cuantos produce la pérdida de la continuidad fluvial por el alza miento de presas ha sido la rarefac ción y/o extinción de especies mi gradoras que ascienden los ríos para cumplir en las aguas dulces buena parte de su ciclo biológico (reproducción, engorde, madura- ción sexual, ...). Tal es el caso de ese coloso de nuestra fauna íctica que hoy es tan sólo un recuerdo: el sollo o esturión, del que única mente se han capturado tres ejem plares en los ríos ibéricos en las úl timas 3 ó 4 décadas, cuando antaño era abundante y objeto de pesquería comercial hasta los años 50. Tam bién sábalo, saboga y lampreas han visto disminuir drásticamente sus poblaciones por el alzamiento de cerradas en el tramo bajo de bastan tes de los grandes ríos ibéricos. Y los pescadores con bastantes años de experiencia habrán notado la au sencia de anguilas en aguas interio res donde antaño las había en abun dancia. Sin embargo, este hecho -desagra dable para el pescador recreativo pero dramático para el manteni miento de la diversidad biológica de nuestros ríos, para su conservación como sistemas biológicos de alto va lor- no es una consecuencia intrín seca del levantamiento de certadas, sino que puede ser resuelto por la disposición de pasos o escalas que puedan ser superadas por los peces que realmente frecuentan ese río concreto y, obviamente, mantenerlas en funcionamiento al menos en el período de remonte. Pues existen ca sos en que los muros de contención de aguas carecen de escalas; en otros, existiendo, son inadecuadas y, por último, no pocos de los que tie nen pasos idóneos para el remonte no entran jamás en funcionamiento. Y la construcción, manteni miento y funcionamiento de estas escalas no deja de ser una minucia comparada con el presupuesto de ejecución y mantenimiento de una presa. El allegamiento de un valle por las aguas del embalse produce una transformación radical del tramo fluvial original. La sucesión de aguas someras y pozas, de blandos y corrientes, desaparece; como se pierde también la vegetación de ri bera o los bosques-galería de alisos, de olmos, de chopos. Esta tranfor mación de un medio fluvial en uno pseudolacustre favorece a ciertas especies piscícolas que encuentran su óptimo ecológico en aguas cal mas, como la carpa, el carpín, algu nas especies de barbo, ... y provoca la desaparición de otras original mente presentes, como calandino, cachuelo, ... que prosperan en las aguas corrientes; aunque esta desa parición está acelerada por la habi tual introducción de peces depreda dores (black-bass, lucio, lucio- perca, siluro, ...). Aspecto que poco preocupa al pescador, que no tiene a estos peces minitalleros en su ho rizonte; muy al contrario, son estos predadores que prosperan en un pri mer momento en el embalse los que él apetece. Sin embargo, esta desaparición tendrá mucho que ver con la densi dad que las poblaciones de estos peces deportivos alcanzarán pasa dos algunos años, cuando estas es pecies-presa están ausentes. Los acusados descensos de mu chos embalses durante la primavera avanzada y el estío por demanda de agua para riego tienen también efectos nocivos sobre las puestas de aquellos peces que, como la carpa o el bass, construyen sus rudimenta rios nidos en aguas muy someras de las orillas y allí efectúan la freza. Estas puestas pueden quedar en seco en aquellos embalses de orillas escarpadas y poco volumen de al macenamiento. Por último, cuando la sequía aprieta, son los embalses que salpi can la geografía española valiosísi mas reservas de agua para la agri cultura y para el consumo urbano, pero también para carpas, barbos, bogas, lucios, ...
LOS ESTUDIOS MEDIOAMBIENTALES:
Así pues, y a modo de conclu sión, si un determinado río debe ser regulado, si es imprescindible au mentar las reservas superficiales de agua en éste o aquel lugar para sa tisfacer una población creciente, un nuevo uso agrícola o industrial, también los pescadores hemos de exigir un estudio de impacto me dioambiental riguroso, no sesgado; hemos de hacer valer nuestro dere cho a que el manejo del embalse tenga en cuenta la riqueza pesquera del río, a que se respete un caudal ecológico deterirninado mediante el pertinente estudio, no el definido administrativamente; a que se esta blezcan los pasos y escalas idóneos para las especies piscícolas migra doras, ... ; a que se conserve, en fin, una riqueza de la que -siendo patri monio común- somos sus más di rectos usufructuarios.

autor juan f.calle.
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Mensaje por alain.g Sáb 18 Sep 2010, 17:59

buen aporte. interesante.
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