Acerinas, acerinas y más acerinas

Nueva incursión sobre el hielo, esta vez con la siempre errante lucioperca en mente, sabíamos de un lugar en el cual su presencia bajo el hielo estaba más que constatada y probar suerte con el pércido era obligatorio.

Sobre las 8 de la mañana dábamos los primeros sobre la helada superficie del agua. Una zona en concreto alertaba de una masiva presencia de presencia de pescadores, justo allí, en mitad de aquella solitaria bahía se podían observar un auténtico rosario de agujeros perforando el hielo, todos ellos muy próximos entre si, dando un aspecto muy similar al de los campos afectados por el topo.

Era nuestra primera vez en la zona, el mar había bajado y después de pescar la zona descrita, y obtener yo mi la primera captura del día, una acerina preludio de las que vendrían a lo largo de la mañana, nos decidimos a movernos en busca de aguas más profundas, ya que en aquel punto en concreto a penas si cubría tres metros.



Lo cierto es que no tardaríamos en constatar el error que acabábamos de cometer, apenas nosotros nos movimos otro pescador hacía acto de presencia en la zona, y para nuestra sorpresa tras insistir por más de media hora en uno de nuestros agujeros, obtuvo su recompensa, en forma de cuatro luciopercas que a lo largo de la mañana le vimos sacar en la misma zona. Estaba claro que aquel hombre sabía muy bien donde buscar lo que nosotros queríamos encontrar.

Yo por mi parte seguí consiguiendo picadas y capturas de acerinas, la zona parecía estar plagada de ellas hasta limites insospechados, y aunque no eran las luciopercas que venía buscando, a mi me servían para pasar el rato de manera entretenida, una pena que mis compañeros no lo vieran de la misma manera.



Poco a poco, acerina tras acerina, agujero tras agujero atravesando el hielo se nos fue la mañana, y con la una de la tarde en el reloj dimos por concluida la jornada. No supimos dar con el señuelo adecuado, y casi con total seguridad nos despidamos de este lugar hasta el año que viene.



Ahora, aunque tampoco lo quiero afirmar con rotundidad, toca despedirse de la pesca sobre el hielo, y el último intento será en los prístinos lagos de la taiga lapona en donde estaré la próxima semana. La empresa no promete ser sencilla, y aunque no tendremos que lidiar esta vez contra un frío extremo, el grosor de hielo y el total desconocimiento del lugar van jugar en nuestra contra.

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gracias por el relato andoni....

Pedazo espina dorsal,no?, tú aquí en invierno la gozarias pescando, acostumbrado a lidiar con hielo y frío de esas latitudes , muy guapa la crónica hauki.
Un saludo y buena pesca.