Eleuthera. Bahamas.

Hace apenas unas semanas que regresé de las Bahamas, concretamente de Eleuthera. Una pequeña isla bañada por el Mar Caribe en su costa oeste y por el gran Atlántico al este. Separadas ambas costas por apenas 500 metros en algunos puntos y con una diferencia de mareas de dos horas entre costa y costa, lo que te permite desplazarte de una a otra en apenas cinco minutos y aprovechar el momento oportuno.

La isla tiene poco más de 120 kilómetros de largo y un paisaje de ensueño. La densidad de población es muy baja, los pueblos pequeños, pintorescos y dispersos y la gente amistosa y hospitalaria. Está separada por apenas una hora de avión de Miami, algo más al este que Nassau. Las playas son alucinantes, vírgenes y desiertas. Entre diciembre y mayo hay más afluencia de turismo americano pero en los meses de julio y agosto o septiembre es temporada baja y tienes la isla prácticamente para ti. Hace calor y apenas llueve aunque hay cierto riesgo de huracanes.

Es imprescindible alquilar un coche para poder desplazarte con autonomía, no hay transporte público. Para aprovisionarse hay algo parecido a los ultramarinos de antes, donde lo mismo compras el detergente que un filete. Eso si, caros y mal abastecidos. En Bahamas no se produce nada y todo se lleva de Estados Unidos.

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Eleuthera es uno de los pocos lugares en el mundo donde no existe la pesca comercial más allá del autoconsumo local y es un auténtico santuario de la vida marina. Es fácil observar tortugas gigantes, rayas de tamaño descomunal, tiburones y muchas otras especies sin moverte de la piedra desde la que pescas. Es una isla fácil de pescar por cuenta propia. Todo es accesible, los roquedos y los flats. No encontré apenas información acerca de la pesca en la isla al margen del macabí o del offshore, así que me tiré a la piscina. La idea era pescar solo, sin guía ni embarcación. Patearme la isla pescando los dos mares y tratar de engañar a diferentes especies. La barrera de coral que rodea la isla está cercana y allí la pesca es increible y más afuera, en el gran azul, la leche. Pero yo me limité a intentarlo desde costa.

Los mosquitos te devoran y no hay repelente que valga. Llegué a contar más de doscientas picaduras en las piernas. Pescaba las primeras y últimas horas del día. La pesca varía mucho de una costa a otra. En el caribe se sacan principalmente bonefish o macabí, barracudas, agujas, pargos y meros. En el Atlántico diferentes especies de jacks.

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Llevé tres equipos cubriendo los rangos de peso que necesitaba. Las cañas cortas porque la idea era vadear. Tres cañas travel con sus respectivos carretes y repuestos.
Una GLoomis Escape de 7 pies 3/4-5/8 oz. con un Stradic FJ 3000; otra Escape de 6,9 pies y 3/8-1 oz. con un Stradic Fi 4000 y una Sakura Shingin Neo Spinning de 7 pies y 20-70 gramos con un Stradic 5000 FJ. La Sakura era la caña que pensaba utilizar para los popers y skipping lures pero se rompió al tercer lance con un minnow de 27 gramos. Y la estrenaba allí... La garantía se ha hecho cargo a la vuelta. Al final utilicé la Escape para la pesca en el Atlántico y me pude defender bien con paseantes menos pesados. Los gunfish y los sammy fueron los que más y mejores capturas me dieron. Era impresionante ver los ataques en superficie de auténticas locomotoras, como fallaban y repetían el ataque acelerandoles la recogida. Sacar estos peces con un equipo ligero es una auténtica pasada.

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En la zona del Caribe los meros de entre uno y dos kilos eran una plaga. El primer día perdí varios peces y señuelos porque se me enrocaban. El mero tiene una picada brutal, el ataque es rapidídimo y según toma el señuelo, con una potencia terrible, se encueva. Apenas se desplaza un par de metros para comer y vuelve a su refugio. Si no andas rápido, adiós. Así que ajusté el freno a tope, metí un terminal del 0.52 de mono y los pesqué con lances cortos que me permitieran cambiar la trayectoria del pez y alejarlo de su cueva.

El agua allí es cristalina así que puedes ver la mayoría de los ataques. Los señuelos que mejor funcionaron fueron minnows, saltigas, tobimaru, flahminnow... Los días que la mar traía muchas algas y se complicaba la cosa los pescaba con vinilos, casi de punta. Metiendo el señuelo en la roca y alzándolo a golpe de muñeca.  

Pero el pez del viaje aún estaba por llegar. En el pueblo de Governor's Harbour hay un conocido flat para la pesca del bonefish. Algunas tardes me acercaba y me lo pasaba bomba con pequeñas barracudas de hasta tres kilos. En la bahía se metía un banco impresionante de pez pasto que atraía a distintos depredadores. Pescaba desde un pretil, dos metros sobre el agua. Las ondulantes Toby y Moresilda funcionaban de lujo. Era un lance más a eso de las cinco de la tarde con un sol de justicia. Lancé una Toby plateada de 18 gramos. Cuando el señuelo estaba a unos metros de mi, al pescar desde altura, se ahorcó y rozó la superficie del agua. Fue en ese momento cuando un gigantesco tarpón cogió la cucharilla y sin girarse, tan pronto se sintió trabado, saltó verticalmente sacando todo su cuerpo color plata del agua, desenganchándose al instante. Fue lo mejor que pudo pasar tanto para él como para mi. Me quedé como extasiado, no me lo podía creer. Si me paso una vida persiguiendo tarpones no cojo uno así ni de coña. Dos locales que presenciaron el lance me dijeron que un pequeño grupo de ellos, todos de ese tamaño, andaban por esa zona a diario. Al poco tiempo pude ver tres de ellos barriendo literalmente el banco de alevines. Esa imagen del pez saltando ante mi la tengo grabada a fuego en mi mente y por muchos años que pueda seguir disfrutando de la pesca dudo que nada pueda superarlo.

Fueron tres semanas pescando a diario amaneceres y atardeceres. Cada día era una aventura distinta. Siempre sucedía algo inusual que te sorprendía. En todo este tiempo no vi un solo pescador en la isla. La presión es mínima y eso se nota. Algún que otro mero se vino conmigo para casa pero casi la totalidad de las capturas esperan allí a quien quiera intentar engañarlas. Mi mujer y mis hijas disfrutaron también de las playas y la paz que se respira en la isla. Un saludo  a todos!

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Alucinante crónica, me ha encantado !!!
Menudo viajecito te has pegado, peces de todo tipo y ataques a pez visto y que pena lo del tarpón, hubiera sido la guinda del pastel, que alegría que todavía queden sitios así.
Y que decir del sitio, bufff, que pereza te tuvo que dar volver.
Felicidades por esas magníficas capturas !!!

Esto es una crónica y lo demás tonterías. Vaya viajecito y vaya peces. Ya sabes, otra vez que te apetezca ir me llamas y si eso ya pongo yo el coche

Una cronica alucinante...!!!!. Me imagino que un sueño hecho realidad el poder pescar y pasar unas vacaciones en un sitio paradisiaco....!!!

Alvaro nos dejas con la boca abierta menuda crónica y menudos peces mi mas ssincera enhorabuena

Muchas gracias!! Me alegro de que os haya gustado.

Que gozadon de viajecitooooo....!!
Que paisajes, que de vida,...!! Quien pudiera pasarse tres semanas disfrutando de esa manera!!
Enhorabuena Alvaro creo que nos as dejado a todos sin palabras y con una envidia de cojo...
Chapo por la cronica muy bien relatada e ilustrada, da gusto leerla y encima viendo peces diferentes a lo que estamos acostumbrados!!
Muchas gracias por compartir con nosotros tan magnifica experiencia.

Nos dejas a todos babeando me alegro por ti.

Enhorabuena Alvaro, se sale la crónica!!

Son los destinos que despiertan la curiosidad de precios, por viaje y estancias!!jajajjaja!!

As rozado el cielo..

Muchas, muchas gracias. Si que la he gozado. Y bueno, es pasta pero no tanto. Buscando con tiempo hay alternativas asequibles. Nada de hoteles, lo suyo es alquilar una casa donde poder cocinar a diario. Los vuelos a Miami con la travel y eso, ni tan mal. Luego de allí a Bahamas es un salto. Y la verdad que si, es un sueño cumplido.